El café orgánico se comercializa en mercados europeos y en los Estados Unidos, la actividad representa en el momento actual un 45% de la rentabilidad de la agricultura nacional sobre el costo de las exportaciones.

El comercio justo marca la diferencia
Las ganancias
- El café es el ejemplo más claro de cómo el comercio justo sí funciona. En los años 90, el campesino boliviano recibía por su producto unos 10 dólares por un saco de 50 kilos. El caso colombiano habla de cinco dólares por el mismo monto. Ahora ese mismo saco cuesta 150 dólares y el comunario recibe 100. En el caso colombiano se habla de hasta 120 dólares.
La calidad
- Antes, el café boliviano era considerado de mala calidad en el exterior, de hecho se vendía como relleno en los grandes pedidos. Pero ahora, con el comercio justo, se cultiva el café orgánico, especial y de altura, único y de primera calidad. Países de Europa y EEUU ya conocen su calidad. Los consumidores saben que se cultiva sin químicos y sin dañar el medio ambiente.
Fuente: La Razón
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